Viajando en el subte de la Linea D en un par de meses te recibís de asistente social. Menores explotados que mendigan. Mayores que mendigan. Súmale a los discapacitados que mendigan también. Y a los reyes de la Linea, los vendedores ambulantes que te ofrecen cantidad innumerable de berreteadas uno tras otro. Y encima los caraduras que gobiernan la Ciudad vienen amagando con aumentar el boleto. Que ciudad berreta en la que, por desgracia, vivimos. Sueño con escapar, a lo Misión Imposible.
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